El origen de estas pautas proviene de la infancia y a la necesidad de recibir aprobación, cariño, reconocimiento, en el fondo de sentirse y saberse queridos.
Pero ya te habrás dado cuenta que cuando más complaciente eres, cuanto más tratas de cuidar, de motivar, de proteger, menos amor y gratitud recibes.
De hecho, el proceso suele ser proporcionalmente inverso.
El amor, como con todo, debe entregarse a quién lo merece y a quién lo va a valorar.
Si no es el caso, ese amor que tienes entrégatelo a ti, pero no lo desperdicies con quien elige sentirse superior haciéndote sentir débil por tu necesidad de dar.
Si tú consideras que estás dando mucho y no recibes nada o muy poco, es que algo estás haciendo mal y lo que haces es justamente sentir la carencia, la necesidad, la escasez.
El mensaje que estás enviando es: lléname, estoy vacío, necesito que me quieras para sentirme alguien.
No mendigues amor. Enfócate en ti.

ÉSTOS SON TUS SIGUIENTES PASOS
Léelos atentamente y descubre mis recomendaciones

En tu familia, sientes que das más de lo que recibes
Tienes demasiada carga familiar y no te sientes valorado/a
Si sientes que no tienes tiempo para ti, y sientes la responsabilidad al 100% de un miembro familiar, es importante que seas muy honesto contigo mismo.
Nos han dicho desde pequeños que es egoísta pensar en nosotros mismos. Y llegamos a una cierta edad donde tu vida se ha convertido en todas obligaciones, y no te queda tiempo para ti.
El cuidar a otros y no cuidarte a ti mismo es un error.
Es importante ir en coherencia es decir pensar, decir y hacer. Si piensas una cosa y haces otra con el tiempo el que terminara enfermo serás tú. Pues si realmente no te apetece hacerlo no tienes por qué hacerte cargo tú de todo.
Trabaja en no sentirte culpable de ser feliz. Solo tienes esta vida y nadie se va a morir por ti.
Si realmente eres feliz cuidando a tu familia, adelante.
¡Hazlo! Pero si en el fondo de tu corazón no lo sientes, no lo hagas por obligación.
¡Aprende a pedir ayuda! Enfócate en ti.