El origen de estas pautas proviene de la infancia y a la necesidad de recibir aprobación, cariño, reconocimiento, en el fondo de sentirse y saberse queridos.
Pero ya te habrás dado cuenta que cuando más complaciente eres, cuanto más tratas de cuidar, de motivar, de proteger, menos amor y gratitud recibes.
De hecho, el proceso suele ser proporcionalmente inverso.
El amor, como con todo, debe entregarse a quién lo merece y a quién lo va a valorar.
Si no es el caso, ese amor que tienes entrégatelo a ti, pero no lo desperdicies con quien elige sentirse superior haciéndote sentir débil por tu necesidad de dar.
Si tú consideras que estás dando mucho y no recibes nada o muy poco, es que algo estás haciendo mal y lo que haces es justamente sentir la carencia, la necesidad, la escasez.
El mensaje que estás enviando es: lléname, estoy vacío, necesito que me quieras para sentirme alguien.
No mendigues amor. Enfócate en ti.

ÉSTOS SON TUS SIGUIENTES PASOS
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En tu familia, sientes que das más de lo que recibes
Tienes problemas con tus hijos adolescentes
El periodo de la adolescencia de los hijos es un reto para ambas partes, tanto para los hijos como para los padres.
Los hijos experimentan por primero vez la necesidad de independizarse se sus padres, de querer explorar el mundo.
Empiezan hacer cosas nuevas muchas veces no bien vistas por los padres. Evidentemente, los padres se percatan de esto y se alarman, lo cual dificulta las cosas. Pues al ver que los hijos adolescentes no tienen “los pies en la tierra” y quieren conquistar el mundo, redoblan sus esfuerzos de dominar la voluntad rebelde de sus hijos.
El problema se agranda ya que los padres se enfadan constantemente y estas dificultades se agravan y ocasionar complicaciones innecesarias, que dañan la relación padres-hijos y se interrumpe la oportunidad de los padres de ayudarles a los hijos en construcción de una seguridad y autoestima estables.
El problema esta cuando queremos que nuestros hijos hagan lo que nosotros queremos, no le estamos dejando ser ellos mismos, la mejor manera de educarlos es con nuestro ejemplo.
Los hijos son un reflejo de los padres, el trabajo está en nosotros no en ellos, hasta que no aceptemos que ellos deben de ser como ellos quieren ser el problema cada vez se hará mayor. Hay que trabajar el desapego y la aceptación, y no repetir patrones de nuestra niñez.
Sana tu niño interior y automáticamente la relación con tus hijos será sanada. Como es dentro, es fuera.