Seguro que te ha pasado alguna vez y no necesariamente solo en el ámbito profesional.
Que a ti te esté costando mucho algo y a otra persona o a varias cercanas les esté yendo fenomenal.
Y aunque te alegras por ellos, tienes cierta envidia. Y te sientes mal…
Si eres de los que se comparan con los demás, te ocurrirá muy a menudo.
Primero de todo decirte que sentir envidia es algo normal, no somos robots, sino personas con sentimientos, altibajos e inseguridades. Realmente lo importante es, aceptar la emoción y liberarla. Te advierto es imposible que, entre más éxitos en tu vida, si no les deseas de todo corazón a los demás que tengan más éxitos que tú.
Encuentra las herramientas para cambiar la mentalidad y ayudar a los demás a brillar.

ÉSTOS SON TUS SIGUIENTES PASOS
Léelos atentamente y descubre mis recomendaciones

Te cuesta alegrarte del éxito de los demás
No te sientes valorado/a en tu ambiente laboral
Por más que haces sientes que nada de lo que haces, nadie lo ve.
No sirve de nada todos tus esfuerzos pasan completamente desapercibidos. Pareces invisible. Siempre se llevan las medallitas los mismos.
Quizás el universo te está poniendo esa escena en tu vida para que empieces a valorarte más y no conformarte con menos de los que te mereces. A nuestro ego le encanta el reconocimiento externo, pero créeme, Dios conoce hasta el último pelo de tu cabeza.
Todos tus esfuerzos serán compensados cuando te conectes con tu propósito de vida.
Muchas veces por miedo nos quedamos en lugares donde no brillamos porque no estamos en estrella propia.
Si tu no te valoras lo suficiente porque esperas que otro lo hago por ti. Enfócate en ti.
Te cuesta tener relaciones estrechas con tus compañeros/as de trabajo
¿Te consideras una persona amable, empático/a y capaz de escuchar a cualquiera?
No tienes problemas a la hora de hacer nuevas amistades o ganarte el cariño de la gente, pero con el tiempo vas perdiendo esto.
Ves como todo el mundo se integra en grupos, se lo pasan bien y se sienten refugiados y comprendidos, mientas que tu acabas alejándote sin quererlo incluso. Llega un momento en el que nadie cuenta contigo y te vuelves invisible. No consigues estar a gusto en un grupo porque tu forma de actuar es diferente a la del resto, y tus inquietudes no tienen nada que ver con estar pegada a una pantalla o dar buena imagen a desconocidos a través de redes sociales.
Te sientes inferior, ya que te has dado cuenta de que las personas solo se fijan en lo aparente en vez de mirar más allá y tú te sientes el bicho raro de la película.
Incluso tus “amigos/as” te tachan de aburrido/a, apagado/a, huraña y hasta depresivo/a tan solo porque no te apetece estar en conversaciones absurdas.
Y tienes que fingir para no ser excluido/a. Estas rodeado/a de “compañeros/as” que no paran de cotillear entre ellos/as, y criticar a todo el mundo. Eres consciente de que tienes la autoestima por los suelos, pero no sabes que hacer para remediarlo.
La opinión de ti mismo se basa en cómo te tratan los demás, y tu estado de ánimo no es el mejor.
Enfócate en ti.